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El auge en la construcción de techos vidriados es resultado de la demanda creciente de estrategias de diseño que promueven el aprovechamiento de la iluminación natural, no solo desde de un punto de vista estético, sino también energético.
Desde hace años, la moda arquitectónica por los techos vidriados es una opción cada vez más buscada debido a que la luz diurna en muchas regiones del mundo tiene la duración suficiente como para promover la iluminación natural interior en toda clase de edificios. A su vez, el desarrollo de las innovaciones en el sector de la construcción ha permitido garantizar el máximo confort, gracias a lo cual los espacios con importantes superficies vidriadas, la iluminación cenital, las cúpulas vidriadas y los grandes lucernarios, son vistos como un signo de tecnología avanzada.
De esta manera, los techos vidriados logran crear espacios deslumbrantes que, con la admisión de la luz natural, reaniman por completo los ambientes, maximizando los beneficios del sol y promoviendo la interacción social en sus interiores. Por supuesto, estas superficies vidriadas son capaces de actuar como un filtro de los efectos indeseables de factores del ambiente exterior como la lluvia, la nieve o el viento, conservando los efectos deseables del exterior como la luz natural y las vistas deslumbrantes.
Ahora bien, a pesar de estas ventajas, las superficies de vidrio en el techo pueden causar una ganancia de calor solar excesiva en el verano y/o la pérdida de calor en el invierno, afectando el confort de los usuarios y provocando un uso desmedido de energía para el acondicionamiento térmico. Por esta razón, antes de realizar una inversión de esta naturaleza, resulta imprescindible recurrir al asesoramiento de especialistas en el tema.
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